DONOSTIA
Donostia es una ciudad acostumbrada a los tópicos, la mayoría
cursis pero que no dejan de merecer: La Bella Easo, la Perla del
Océano, Marco Incomparable
lo que es innegable es que
San Sebastián es nuestra más hermosa ciudad (a Biarritz
le faltaría Igeldo entre otras cosas) y también una
de las más bonitas de toda Europa. Y, si la propia ciudad
es perfectamente comparable a cualquier otra, qué decir del
conjunto que forma con la bahía o de las maravillosas vistas
desde Igeldo
UN POCO DE HISTORIA
Ya existía en la antigüedad un poblado marinero en
las faldas del monte Urgull, llamado por aquel entonces Izurun y
que en tiempos de los romanos vuelve a aparecer con el nombre de
Easo, y hay que decir que por aquel entonces también existía
un núcleo de agricultores en torno al Antiguo. Aquí
es donde se encontraba la ermita dedicada a San Sebastián,
al abogado contra las epidemias, y desde aquí es desde donde
se extendió el nombre que más tarde tomaría
la ciudad. Ya en el siglo XI Sancho el Sabio le otorgó el
Fuero de Villa.
Como consecuencia de la venida de pobladores gascones (que pronto
dejarían su huella en la toponimia local) se fortalecieron
el comercio y la pesca, ya que su puerto se convirtió en
el más importante del Cantábrico, y en cuanto a sus
pescadores hay que decir que llegaron hasta Terranova en busca de
ballenas. Además de todo ello, su propia situación
estratégica acabó convirtiéndola en fortaleza.
Por tanto, tuvo que sufrir diversos asedios, aunque su mayor problema
hayan sido en realidad los incendios, que trajeron la destrucción
de la ciudad hasta 12 veces entre el siglo XIII y 1813.
La crisis del puerto de Donostia comenzó con el auge del
de Bilbao, y su final coincidió con el surgimiento de la
Compañía Guipuzcoana de Caracas. Más tarde,
en la era napoleónica, la ciudad quedó en manos de
los franceses, hasta que en 1813 ingleses, portugueses y españoles
dieron fuego a la ciudad con el único fin de echar a aquellos.
Sería reconstruida en tiempos de Isabel II, desde 1854 con
el estatus de capital de Gipuzkoa, y de esta manera se tiraron las
murallas y comenzó la construcción de la nueva ciudad.
El ponerse del lado de los liberales en las Guerras Carlistas le
trajo así mismo tener que sufrir varios asedios más,
pero, por otra parte, la reina Isabel II comenzó en Donostia
la moda del veraneo (luego le sucedería en ello María
Cristina), que atrajo tanto a la burguesía como al turismo.
Por ello, durante todo el siglo XX y todavía hoy en día,
San Sebastián ha constituido el descanso preferido del turismo
de elite (sobre todo en tiempos de la Belle-Époque), y por
ella han pasado desde reyes a presidentes y cantidad de famosos.
LA PARTE VIEJA
Hay que decir que esta parte vieja no es en realidad tan vieja,
ya que fue reconstruida en 1813 (dos de las casas más antiguas
de la ciudad son los números 42 y 44 de la calle 31 de Agosto),
y su cualidad más representativa es el ambiente callejero
ayudado por la concentración de bares y tiendas.
El corazón de la Parte Vieja lo constituye la Plaza de la
Constitución, de 1722; antiguo coso taurino (ahí siguen
a la vista las balconadas numeradas), aquí es donde se encuentra
la biblioteca municipal (ayuntamiento hasta 1847) con su escalera
de mármol, el escudo de la ciudad y el reloj que marca el
principio de la fiesta de San Sebastián.
Dos calles en dirección al puerto y llegamos a la Calle
Mayor, donde entre otros edificios destaca la basílica barroca
de Santa María, del siglo XVIII, con su Virgen del Coro,
que es la Patrona de la ciudad. De origen románico, contiene
partes góticas del siglo XVI. La parte frontal tiene aspecto
de retablo, al estilo de las iglesias coloniales de América
(fue sufragada por la Compañía de Caracas). En su
interior, además de una bóveda gótica de crucería,
nos ofrece sendos altares churriguerescos (El Consulado), barroco
(San Pedro) y neoclásico (La Soledad).
En el altar mayor aparecen las imágenes de la Virgen del
Coro y del propio San Sebastián, y en el coro de piedra de
sillería es de destacar el órgano del siglo XIX. Por
la parte izquierda de la iglesia, en la misma calle 31 de Agosto,
tenemos la iglesia de San Vicente (gótica del siglo XVI),
la más antigua de la ciudad, con un altar mayor de estilo
renacentista. Horario de visitas: de 10 a 12 y de 16:30 a 19 horas.
Al final de la calle y a la izquierda de la plaza de Zuloaga encontramos
el Museo San Telmo, antigua casa cural renacentista (siglo XVI)
de los dominicos. En cuanto a la arquitectura, destacan el claustro
y el gran fresco de José Mª Sert, y, en cuanto a la
exposición, debemos subrayar la colección de estelas
discoidales y la sala de Ignacio Zuloaga, abierto de martes a sábado
de 10 a 13:30 y de 16 a 20 (también domingos por la mañana).
EL PUERTO Y EL MONTE URGULL
Tras pasear por la Parte Vieja, podemos volver al puerto y andar
a lo largo de su muelle entre las coloridas chalupas y barcos a
un lado y las bonitas casas arrantzales y los restaurantes de sabor
marinero al otro. Fijaos por ejemplo en la estatua y placa en homenaje
al pescador "Aitamari", que perdió su vida para
salvar la de otros en 1866.
Al final del muelle encontramos el famoso Aquarium o Museo Oceanográfico,
que nos ofrecerá, por una parte, docenas de especies marinas
diferentes para disfrutar y, por otra, amplia información
sobre la estrecha relación entre los vascos y el mar. El
esqueleto de la última ballena atrapada en esta costa queda
así mismo espectacular. Desde que lo remodelaron, el horario
también se ha ampliado y lo encontraremos abierto todos los
días entre las 10 y las 20 horas. La entrada para mayores
cuesta 6,6 € El Museo del Mar, sito en el nº 24, exhibe
diversos utensilios relacionados con la industria y arquitectura
marinera y se encuentra abierto de martes a sábados (y domingos
por la mañana) de 10 a 13:30 y de 16 a 19:30 horas, 20:30
en verano. La entrada es gratuita.
Las vistas desde este privilegiado entorno son maravillosas, con
la ciudad y la playa de la Concha a nuestra izquierda, la isla de
Santa Clara en el centro con el monte Igeldo detrás suyo
y todo ello rodeado de agua por todos los lados. Por último,
entre junio y septiembre, desde el mismo muelle de los pescadores
sale el barco turístico hacia la isla. En ésta no
hay más construcción que el faro y el pequeño
muelle, pero la corta excursión sobre las aguas merece realmente
la pena. Cerca del Aquarium tenemos el camino llamado Subida al
Castillo, este es, el mismo que nos llevará a pie hasta el
monte-parque de Urgull. Se trata de un bonito paseo, y en la cima,
además de la Fortaleza de la Mota (lo que queda de ella)
y la impresionante estatua del Sagrado Corazón, contemplaremos
otra preciosa panorámica de la ciudad. Ahora, si bajamos
por el mismo u otro camino al muelle o a San Telmo, terminaremos
rodeando el monte a lo largo del Paseo Nuevo, justo encima del mar.
EL ENSANCHE DE KORTAZAR
La Alameda del Bulevar, convertida en precioso paseo, es la que
divide la Parte Vieja y la ciudad moderna, y en su comienzo encontramos
los Jardines de Alderdi Eder, de nombre bien significativo, Zona
Hermosa. En medio de los mismos encontramos un antiguo casino y
actual Ayuntamiento, construido en 1882 y que se ha convertido en
una de las edificaciones más destacadas de toda la ciudad.
Al final del Bulevar nos toparemos con el río Urumea y con
sus famosos puentes, cada cual más espectacular. El que tenemos
ahora mismo delante es el de Zurriola o Kursaal, cuyos elementos
más distintivos son las farolas modernistas. En este mismo
lugar, se sitúan así mismo el famoso Hotel María
Cristina donde se hospedan todas las estrellas del Festival de Cine,
la Oficina de Turismo, y hasta el propio Teatro Victoria Eugenia.
La fachada de este último, de 1909, es de estilo renacentista
pero contiene elementos platerescos.
Junto al Teatro dejaremos atrás el Urumea y nos adentraremos
en la ciudad moderna para llegar a la que es su corazón,
la Plaza de Gipuzkoa. En esta pequeña plaza, y en torno a
un pequeño estanque con patos, veremos un curioso reloj florido
y un pequeño templo que representa la bóveda celeste.
A un lado de la plaza se halla el Palacio de la Diputación,
de fachada neoclásica y coronada por las estatuas de los
viajeros y marineros guipuzcoanos Urdaneta, Elkano, Okendo, Lezo
y Legazpi. Merece la pena pasear por las calles adyacentes a la
plaza con la vista puesta en las curiosidades y pequeños
detalles de las diversas casas y edificios que con tanto lujo han
sido adornados.
Tras ello, podemos volver al Urumea y divisar de cerca sus otros
dos puentes: el de Santa Catalina (el único en cientos de
años, reconstruido en piedra en 1870 al estilo neoclásico)
y el de María Cristina, inspirado en el puente Alejandro
III de París, realizado en 1904 y que muestra cuatro espectaculares
obeliscos en los cuales se asienta un conjunto escultural.
Siguiendo entre calles llegamos enseguida a la Plaza del Buen Pastor,
con su catedral neogótica de 1897. Si desde su fachada tomáis
la calle Loiola en dirección a Alderdi Eder, podréis
contemplar a lo lejos (si el tráfico y el gentío no
lo impiden) la iglesia de Santa María de la Parte Vieja.
En dirección a ella atravesaremos la Avenida de la Libertad,
la que podríamos tomar como calle comercial por antonomasia
de la ciudad.
EL PASEO DE LA CONCHA
La bahía de la Concha es lo más bonito, atrayente,
y una razón más que evidente para visitar la ciudad.
Para contemplarla en su conjunto, el lugar más idóneo
puede que sea la Plaza Cervantes, en la esquina en la que se topan
la Avenida de la Libertad y la Calle Urbieta: el monte Urgull con
su gigantesco Sagrado Corazón a la derecha, todavía
mucho más a la derecha pero mucho más cerca el propio
Ayuntamiento, la isla de Santa Clara y el ancho océano enfrente
y el monte Igeldo un poco más a la izquierda. Sin duda, un
conjunto realmente maravilloso.
Sobre la playa más conocida y encantadora de todo el País
Vasco (junto con la de Biarritz) y a lo largo del encantador paseo
que lo bordea, encontramos la barandilla blanca y los tamarindos
que en tantas miles de fotos y postales hemos visto y que constituyen
uno de los elementos más diferenciadores de San Sebastián.
Además, si seguimos hacia Ondarreta, veremos los Relojes,
esto es, ese par de curiosas columnas que además dan la hora,
y, por último, la escultura de Txillida de nombre "Homenaje
a Fleming".
No os olvidéis de mirar a la izquierda de vez en cuando,
mientras dais este paseo, a las casas "de los ricos" de
Miraconcha, e imaginaos qué clase de casa puede tener alguien
que todos los días al levantarse tiene la oportunidad de
contemplar el paraíso de la Concha... De esta manera llegaremos
al que puede ser el lugar más privilegiado de la ciudad:
el pequeño cabo que divide las playas de Ondarreta y la Concha
y que sobre él sitúa al Palacio de Miramar, construido
en estilo inglés para la reina María Cristina y hoy
en día sede de importantes actos culturales. Sus jardines,
abiertos de día, constituyen uno de los mejores miradores
de toda la ciudad.
También los propios jardines de la "aristocrática"
Playa de Ondarreta tienen su encanto, junto con sus esculturas de
la propia María Cristina y la llamada "Zeharki".
Para finalizar, y en el punto más alejado del paseo, llegaremos
al famoso Peine de los Vientos de Txillida. Su propia ubicación
sobre las rocas, la fuerza del viento y las olas y sus curiosas
formas no hacen más que acentuar el misterio y la espectacularidad
de este conjunto monumental.
EL MONTE IGELDO
No resulta exagerado decir que esta pequeña montaña,
además de ser la más hermosa de Euskal Herria, constituye
una de las más impresionantes atalayas internacionales, y
quien lo dude no tiene más que comenzar a ascender por su
Paseo del Faro. Pocos serán los miradores que puedan ofrecer
un panorama semejante a este: el infinito océano a un lado,
el Parque de Atracciones y la ciudad de Donostia al otro, con la
bahía de la Concha y los montes cercanos como elementos más
destacables. Por si esto no fuese suficiente, esperamos que tengáis
la oportunidad de contemplar todo ello al atardecer.
Otra forma de ascender hasta aquí es en funicular, el cual
nos lleva directamente hasta su Parque de Atracciones con instalaciones
de principios del siglo XX, como el Tren de la Montaña, que
siguen todavía funcionando. El Parque abre de lunes a viernes
de 11 a 20 horas y los fines de semana hasta las 22. La entrada
cuesta 1 € También encontraréis un interesante
Museo de Cera, con personajes de la historia y cultura vascas, pero,
sobre todo, lo que más destaca es la Sala del Terror con
su propio cementerio (abierto todos los días de 11 a 14 y
de 16 a 18:30 horas).
Lo dicho, visitar Donostia y no visitar Igeldo sería dar
la espalda a la panorámica más espectacular de toda
Euskal Herria.
Territorio
Altitud
Población
Vascoparlantes
Extensión
Densidad
Fiestas |
Gipuzkoa
5 m.
178.210
%33
61 km2
2.922 hab./km2
San Sebastián (20 de enero)
Caldereros (1er sábado de febrero)
Carnavales
Aste nagusia (14 de agosto)
31 de agosto
Santo Tomás (21 de diciembre) |

|