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Como llegar DONOSTIA

LAS BAHÍAS DE PASAIA Y LA CONCHA Siendo como es el más maravilloso de todos los miradores de Euskal Herria, no encontramos un lugar más apropiado para comenzar el recorrido que vamos a realizar en torno a Donostialdea que el Monte Igeldo, increíble atalaya cara al mar y a La Concha. Os recomendamos descender a la ciudad por la Carretera del Faro, ya que desde aquí las vistas son mucho mejores. Abajo nos espera la elegante San Sebastián, que cruzaremos por su playa más famosa y que dejaremos atrás por la zona de Gros y Zurriola, en dirección a Irun-Pasaia.

Ya en esta primera toma de contacto habremos tenido ocasión de saborear un poco de lo mucho y bueno que nos ofrece la capital del turismo del País vasco, pero, si realmente queréis disfrutar de todos los atractivos que esta increíble ciudad nos pone en bandeja (la Parte Vieja, las playas, el puerto, las viviendas junto a la Concha, los puentes sobre el río Urumea, sus jardines, el Aquarium y un largo etc.), os aconsejamos que os toméis la visita a la ciudad con tiempo y tranquilidad.

Que ver

DONOSTIA

Donostia es una ciudad acostumbrada a los tópicos, la mayoría cursis pero que no dejan de merecer: La Bella Easo, la Perla del Océano, Marco Incomparable… lo que es innegable es que San Sebastián es nuestra más hermosa ciudad (a Biarritz le faltaría Igeldo entre otras cosas) y también una de las más bonitas de toda Europa. Y, si la propia ciudad es perfectamente comparable a cualquier otra, qué decir del conjunto que forma con la bahía o de las maravillosas vistas desde Igeldo…

UN POCO DE HISTORIA

Ya existía en la antigüedad un poblado marinero en las faldas del monte Urgull, llamado por aquel entonces Izurun y que en tiempos de los romanos vuelve a aparecer con el nombre de Easo, y hay que decir que por aquel entonces también existía un núcleo de agricultores en torno al Antiguo. Aquí es donde se encontraba la ermita dedicada a San Sebastián, al abogado contra las epidemias, y desde aquí es desde donde se extendió el nombre que más tarde tomaría la ciudad. Ya en el siglo XI Sancho el Sabio le otorgó el Fuero de Villa.

Como consecuencia de la venida de pobladores gascones (que pronto dejarían su huella en la toponimia local) se fortalecieron el comercio y la pesca, ya que su puerto se convirtió en el más importante del Cantábrico, y en cuanto a sus pescadores hay que decir que llegaron hasta Terranova en busca de ballenas. Además de todo ello, su propia situación estratégica acabó convirtiéndola en fortaleza. Por tanto, tuvo que sufrir diversos asedios, aunque su mayor problema hayan sido en realidad los incendios, que trajeron la destrucción de la ciudad hasta 12 veces entre el siglo XIII y 1813.

La crisis del puerto de Donostia comenzó con el auge del de Bilbao, y su final coincidió con el surgimiento de la Compañía Guipuzcoana de Caracas. Más tarde, en la era napoleónica, la ciudad quedó en manos de los franceses, hasta que en 1813 ingleses, portugueses y españoles dieron fuego a la ciudad con el único fin de echar a aquellos. Sería reconstruida en tiempos de Isabel II, desde 1854 con el estatus de capital de Gipuzkoa, y de esta manera se tiraron las murallas y comenzó la construcción de la nueva ciudad.

El ponerse del lado de los liberales en las Guerras Carlistas le trajo así mismo tener que sufrir varios asedios más, pero, por otra parte, la reina Isabel II comenzó en Donostia la moda del veraneo (luego le sucedería en ello María Cristina), que atrajo tanto a la burguesía como al turismo. Por ello, durante todo el siglo XX y todavía hoy en día, San Sebastián ha constituido el descanso preferido del turismo de elite (sobre todo en tiempos de la Belle-Époque), y por ella han pasado desde reyes a presidentes y cantidad de famosos.

LA PARTE VIEJA

Hay que decir que esta parte vieja no es en realidad tan vieja, ya que fue reconstruida en 1813 (dos de las casas más antiguas de la ciudad son los números 42 y 44 de la calle 31 de Agosto), y su cualidad más representativa es el ambiente callejero ayudado por la concentración de bares y tiendas.

El corazón de la Parte Vieja lo constituye la Plaza de la Constitución, de 1722; antiguo coso taurino (ahí siguen a la vista las balconadas numeradas), aquí es donde se encuentra la biblioteca municipal (ayuntamiento hasta 1847) con su escalera de mármol, el escudo de la ciudad y el reloj que marca el principio de la fiesta de San Sebastián.

Dos calles en dirección al puerto y llegamos a la Calle Mayor, donde entre otros edificios destaca la basílica barroca de Santa María, del siglo XVIII, con su Virgen del Coro, que es la Patrona de la ciudad. De origen románico, contiene partes góticas del siglo XVI. La parte frontal tiene aspecto de retablo, al estilo de las iglesias coloniales de América (fue sufragada por la Compañía de Caracas). En su interior, además de una bóveda gótica de crucería, nos ofrece sendos altares churriguerescos (El Consulado), barroco (San Pedro) y neoclásico (La Soledad).

En el altar mayor aparecen las imágenes de la Virgen del Coro y del propio San Sebastián, y en el coro de piedra de sillería es de destacar el órgano del siglo XIX. Por la parte izquierda de la iglesia, en la misma calle 31 de Agosto, tenemos la iglesia de San Vicente (gótica del siglo XVI), la más antigua de la ciudad, con un altar mayor de estilo renacentista. Horario de visitas: de 10 a 12 y de 16:30 a 19 horas.

Al final de la calle y a la izquierda de la plaza de Zuloaga encontramos el Museo San Telmo, antigua casa cural renacentista (siglo XVI) de los dominicos. En cuanto a la arquitectura, destacan el claustro y el gran fresco de José Mª Sert, y, en cuanto a la exposición, debemos subrayar la colección de estelas discoidales y la sala de Ignacio Zuloaga, abierto de martes a sábado de 10 a 13:30 y de 16 a 20 (también domingos por la mañana).

EL PUERTO Y EL MONTE URGULL

Tras pasear por la Parte Vieja, podemos volver al puerto y andar a lo largo de su muelle entre las coloridas chalupas y barcos a un lado y las bonitas casas arrantzales y los restaurantes de sabor marinero al otro. Fijaos por ejemplo en la estatua y placa en homenaje al pescador "Aitamari", que perdió su vida para salvar la de otros en 1866.

Al final del muelle encontramos el famoso Aquarium o Museo Oceanográfico, que nos ofrecerá, por una parte, docenas de especies marinas diferentes para disfrutar y, por otra, amplia información sobre la estrecha relación entre los vascos y el mar. El esqueleto de la última ballena atrapada en esta costa queda así mismo espectacular. Desde que lo remodelaron, el horario también se ha ampliado y lo encontraremos abierto todos los días entre las 10 y las 20 horas. La entrada para mayores cuesta 6,6 € El Museo del Mar, sito en el nº 24, exhibe diversos utensilios relacionados con la industria y arquitectura marinera y se encuentra abierto de martes a sábados (y domingos por la mañana) de 10 a 13:30 y de 16 a 19:30 horas, 20:30 en verano. La entrada es gratuita.

Las vistas desde este privilegiado entorno son maravillosas, con la ciudad y la playa de la Concha a nuestra izquierda, la isla de Santa Clara en el centro con el monte Igeldo detrás suyo y todo ello rodeado de agua por todos los lados. Por último, entre junio y septiembre, desde el mismo muelle de los pescadores sale el barco turístico hacia la isla. En ésta no hay más construcción que el faro y el pequeño muelle, pero la corta excursión sobre las aguas merece realmente la pena. Cerca del Aquarium tenemos el camino llamado Subida al Castillo, este es, el mismo que nos llevará a pie hasta el monte-parque de Urgull. Se trata de un bonito paseo, y en la cima, además de la Fortaleza de la Mota (lo que queda de ella) y la impresionante estatua del Sagrado Corazón, contemplaremos otra preciosa panorámica de la ciudad. Ahora, si bajamos por el mismo u otro camino al muelle o a San Telmo, terminaremos rodeando el monte a lo largo del Paseo Nuevo, justo encima del mar.

EL ENSANCHE DE KORTAZAR

La Alameda del Bulevar, convertida en precioso paseo, es la que divide la Parte Vieja y la ciudad moderna, y en su comienzo encontramos los Jardines de Alderdi Eder, de nombre bien significativo, Zona Hermosa. En medio de los mismos encontramos un antiguo casino y actual Ayuntamiento, construido en 1882 y que se ha convertido en una de las edificaciones más destacadas de toda la ciudad. Al final del Bulevar nos toparemos con el río Urumea y con sus famosos puentes, cada cual más espectacular. El que tenemos ahora mismo delante es el de Zurriola o Kursaal, cuyos elementos más distintivos son las farolas modernistas. En este mismo lugar, se sitúan así mismo el famoso Hotel María Cristina donde se hospedan todas las estrellas del Festival de Cine, la Oficina de Turismo, y hasta el propio Teatro Victoria Eugenia. La fachada de este último, de 1909, es de estilo renacentista pero contiene elementos platerescos.

Junto al Teatro dejaremos atrás el Urumea y nos adentraremos en la ciudad moderna para llegar a la que es su corazón, la Plaza de Gipuzkoa. En esta pequeña plaza, y en torno a un pequeño estanque con patos, veremos un curioso reloj florido y un pequeño templo que representa la bóveda celeste.

A un lado de la plaza se halla el Palacio de la Diputación, de fachada neoclásica y coronada por las estatuas de los viajeros y marineros guipuzcoanos Urdaneta, Elkano, Okendo, Lezo y Legazpi. Merece la pena pasear por las calles adyacentes a la plaza con la vista puesta en las curiosidades y pequeños detalles de las diversas casas y edificios que con tanto lujo han sido adornados.

Tras ello, podemos volver al Urumea y divisar de cerca sus otros dos puentes: el de Santa Catalina (el único en cientos de años, reconstruido en piedra en 1870 al estilo neoclásico) y el de María Cristina, inspirado en el puente Alejandro III de París, realizado en 1904 y que muestra cuatro espectaculares obeliscos en los cuales se asienta un conjunto escultural.

Siguiendo entre calles llegamos enseguida a la Plaza del Buen Pastor, con su catedral neogótica de 1897. Si desde su fachada tomáis la calle Loiola en dirección a Alderdi Eder, podréis contemplar a lo lejos (si el tráfico y el gentío no lo impiden) la iglesia de Santa María de la Parte Vieja. En dirección a ella atravesaremos la Avenida de la Libertad, la que podríamos tomar como calle comercial por antonomasia de la ciudad.

EL PASEO DE LA CONCHA

La bahía de la Concha es lo más bonito, atrayente, y una razón más que evidente para visitar la ciudad. Para contemplarla en su conjunto, el lugar más idóneo puede que sea la Plaza Cervantes, en la esquina en la que se topan la Avenida de la Libertad y la Calle Urbieta: el monte Urgull con su gigantesco Sagrado Corazón a la derecha, todavía mucho más a la derecha pero mucho más cerca el propio Ayuntamiento, la isla de Santa Clara y el ancho océano enfrente y el monte Igeldo un poco más a la izquierda. Sin duda, un conjunto realmente maravilloso.

Sobre la playa más conocida y encantadora de todo el País Vasco (junto con la de Biarritz) y a lo largo del encantador paseo que lo bordea, encontramos la barandilla blanca y los tamarindos que en tantas miles de fotos y postales hemos visto y que constituyen uno de los elementos más diferenciadores de San Sebastián. Además, si seguimos hacia Ondarreta, veremos los Relojes, esto es, ese par de curiosas columnas que además dan la hora, y, por último, la escultura de Txillida de nombre "Homenaje a Fleming".

No os olvidéis de mirar a la izquierda de vez en cuando, mientras dais este paseo, a las casas "de los ricos" de Miraconcha, e imaginaos qué clase de casa puede tener alguien que todos los días al levantarse tiene la oportunidad de contemplar el paraíso de la Concha... De esta manera llegaremos al que puede ser el lugar más privilegiado de la ciudad: el pequeño cabo que divide las playas de Ondarreta y la Concha y que sobre él sitúa al Palacio de Miramar, construido en estilo inglés para la reina María Cristina y hoy en día sede de importantes actos culturales. Sus jardines, abiertos de día, constituyen uno de los mejores miradores de toda la ciudad.
También los propios jardines de la "aristocrática" Playa de Ondarreta tienen su encanto, junto con sus esculturas de la propia María Cristina y la llamada "Zeharki". Para finalizar, y en el punto más alejado del paseo, llegaremos al famoso Peine de los Vientos de Txillida. Su propia ubicación sobre las rocas, la fuerza del viento y las olas y sus curiosas formas no hacen más que acentuar el misterio y la espectacularidad de este conjunto monumental.

EL MONTE IGELDO

No resulta exagerado decir que esta pequeña montaña, además de ser la más hermosa de Euskal Herria, constituye una de las más impresionantes atalayas internacionales, y quien lo dude no tiene más que comenzar a ascender por su Paseo del Faro. Pocos serán los miradores que puedan ofrecer un panorama semejante a este: el infinito océano a un lado, el Parque de Atracciones y la ciudad de Donostia al otro, con la bahía de la Concha y los montes cercanos como elementos más destacables. Por si esto no fuese suficiente, esperamos que tengáis la oportunidad de contemplar todo ello al atardecer.

Otra forma de ascender hasta aquí es en funicular, el cual nos lleva directamente hasta su Parque de Atracciones con instalaciones de principios del siglo XX, como el Tren de la Montaña, que siguen todavía funcionando. El Parque abre de lunes a viernes de 11 a 20 horas y los fines de semana hasta las 22. La entrada cuesta 1 € También encontraréis un interesante Museo de Cera, con personajes de la historia y cultura vascas, pero, sobre todo, lo que más destaca es la Sala del Terror con su propio cementerio (abierto todos los días de 11 a 14 y de 16 a 18:30 horas).

Lo dicho, visitar Donostia y no visitar Igeldo sería dar la espalda a la panorámica más espectacular de toda Euskal Herria.

Territorio
Altitud
Población
Vascoparlantes
Extensión
Densidad
Fiestas
Gipuzkoa
5 m.
178.210
%33
61 km2
2.922 hab./km2
San Sebastián (20 de enero)
Caldereros (1er sábado de febrero)
Carnavales
Aste nagusia (14 de agosto)
31 de agosto
Santo Tomás (21 de diciembre)

 

 

 

 


Fotos


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