Diputación Foral de Gipuzkoa Eusko Jaurlaritza Bizkaia Turismo Argia
Página principalTierra de Estella y cuenca de PamplonaComo llegarQue verVer fotos
Tierra de Estella y cuenca de Pamplona Irantzu-Lizarra-Iratxe-Gares-Erreniaga-Zizur nagusia-Iruñea
Principio Como llegar Que ver Información práctica Fotos

Como llegar ERRENIAGA-ZIZUR NAGUSIA-IRUÑEA

CUENCA DE PAMPLONA

Según avanzamos por esta carretera entre Estella y Pamplona, veremos cómo se va acercando nuestro próximo objetivo, esto es, el Parque Eólico del Puerto de Erreniega o El Perdón. Aun así, antes pasaremos por Legarda (iglesia gótica de la Asunción y retablo mayor plateresco).

A 3,5 km de esta última llegamos por fin al camino que a la derecha nos señaliza el Puerto de El Perdón. Ascendemos por él y al cabo de 1 km pasar al lado de un merendero con vistas y adentrarnos en el parque eólico. Desde el Monumento a los Peregrinos podréis contemplar una preciosa vista de Iruñea.

Volviendo a la carretera, y teniendo en cuenta que la cruzaremos por arriba, esta vez debemos girar a la izquierda. De esta manera, pasado Zizur Nagusia /Cizur Mayor (iglesia gótica de San Andrés), entraremos por fin en la verde, preciosa y monumental Iruñea, capital del Viejo Reino, de la Navarra actual y por ende de toda Euskal Herria.

Que ver

IRUÑEA - PAMPLONA

La vieja Iruñea se halla encuadrada en medio de una meseta atravesada por el río Arga y rodeada de montañas. No es que se nos aparezca una silueta especialmente monumental según nos acercamos a ella (no hay ningún monumento que destaque en la lejanía), pero, ya dentro de la ciudad, veremos cómo cambia el panorama.

Como escribió Víctor Hugo allá por 1843, "Pamplona es una ciudad que da mucho más de lo que promete". Por ello, a esta ciudad de larga vida se le podrían adjudicar muchos calificativos: verde, limpia, religiosa, ordenada, noble, tranquila... y durante la revolución anual que tiene lugar la segunda semana de julio: loca, cosmopolita, parrandera, salvaje, multilingüe...

LA PAMPLONA HISTÓRICA

Es cierto que en el lugar que ya los vascones llamaban Iruñea se han encontrado varios restos prehistóricos, pero no es menos cierto que la primera noticia fidedigna del lugar data de los años 75-74 a.C., cuando Pompeyo fundó un poblado para que su tropa pasara el invierno, que llamó Pompaelo.

La ciudad conocería en adelante, además de la romanización, su destrucción a manos de los germanos (año 275) y las ansias de conquista de visigodos (hasta el s. VIII) y musulmanes (s. VIII). En el año 778 Carlomagno logró romper las murallas de la ciudad, pero los vascones conseguirían vengarse en Roncesvalles y así firmar el acta de nacimiento del Reino de Pamplona primero y Navarra después.

Por otra parte, a la primitiva Iruñea poblada por agricultores se le irían sumando con el tiempo los burgos libres de San Zernín y San Nicolás, pero las diferentes condiciones de vida darían paso a numerosos litigios y odios entre unos burgos y otros.

En 1319 la ciudad pasaría de depender de las autoridades eclesiásticas a manos de la Corona, y a partir de ahí se levantarían las murallas que protegerían a la nueva capital del reino, condición que mantuvo hasta caer en manos castellanas en la invasión de 1512. Aun así, Navarra logró mantener sus fueros, por lo menos hasta que en contra de la opinión popular convirtieron al Viejo Reino en simple provincia en el siglo XIX. En este turbulento siglo, Pamplona conoció así mismo la ocupación francesa y los duros años de las Guerras Carlistas.
A principios del siglo XX, con la voladura de parte de las murallas, nació la nueva Iruñea, la ciudad moderna. Por último, en 1932 fue testigo de la votación de los ayuntamientos que preparaban la Autonomía Vasca, y desde 1978 es la capital de la Comunidad Foral de Navarra.

“FIESTA”

Durante los nueve días y noches (6-14 de julio) que duran las fiestas más famosas del mundo, Iruñea cambia radicalmente de cara, y lo que durante todo el año es una tranquila ciudad da paso a la locura colectiva.
Son nueve días de dejar las ropas elegantes en el armario, ponerse un pantalón y un niki blancos (que bien pronto serán de cualquier otro color) con faja y "pañuelico" rojos, echarse a la calle, vivir las 24 horas del día a tope, dejar los horarios a un lado, hacer amigos de todos los lugares y, en definitiva, vivir desde dentro unas fiestas que no descansan durante más de una semana; ni siquiera los parques que se convierten en masivos dormitorios.

Si solo habéis aparecido por Pamplona en San Fermines, o al revés, si solamente la conocéis durante el resto del año, es que no conocéis las dos caras de la ciudad, esas que tanto sorprenden al visitante desprevenido.
El origen de las fiestas se podría remontar al siglo XIV, cuando alrededor del 10 de octubre (el día de San Fermín por entonces) comenzó a celebrarse una feria anual. Visto el éxito que tenía, los pamplonicas comenzaron a celebrar otra a principios de julio, que con el tiempo se iría convirtiendo en fiesta. Por ello, las autoridades pidieron trasladar el día de San Fermín de octubre al 7 de julio, para así poder celebrarlo dentro estas nuevas fiestas. Los primeros San Fermines parecidos a los que conocemos hoy en día datan de 1591.
Las fiestas empiezan el 6 de julio a las 12 del mediodía con el chupinazo (la plaza es mucho más pequeña de lo que parece por televisión, así que, si queréis participar, deberéis llegar bien temprano), y terminan el 14 de julio a las 12 de la noche con el "pobre de mí" (el acto oficial es en el mismo lugar, y el de las peñas en la Plaza del Castillo).

El día siguiente, los que queden "vivos" todavía tendrán la oportunidad de correr el curioso "Encierro de la Villavesa", con un autobús de esa compañía en el papel involuntario de la manada de toros. Entre tanto, además de la consabida juerga diaria y nocturna, hay otros muchos actos a destacar:
El 6 de julio a las 4 de la tarde, en el Riau-Riau (suspendido los últimos años), la corporación municipal tratará por todos los medios de recorrer los 400 metros que separan el consistorio de la iglesia de San Lorenzo, mientras cientos de mozos les obstaculizan el paso al ritmo del Vals de Astrain.

El acto central del 7 de julio es la Procesión del Santo que comienza a las 10 de la mañana, al que acompañan la corporación municipal, txistularis, dantzaris, gigantes y cabezudos, además de diferentes autoridades civiles y religiosas, pero en el que las protagonistas son las sentidas jotas que se le van cantando al santo por el camino.

Pero si hay algo por lo que son conocidos los San Fermines en todo el mundo, es por los toros, en concreto por sus encierros. Esta peligrosa carrera entre hombres, mujeres y toros comienza todos los días a las 8 de la mañana y consta de 850 metros, que en condiciones normales se suelen hacer en unos tres minutos.

Esta tradición, que de una manera u otra ha sobrevivido durante 600 años, comienza en las Murallas, recorre empinadas cuestas, curvas cerradas, calles estrechas y otros muchos obstáculos físicos y humanos a lo largo de Santo Domingo, Mercaderes, Estafeta y la Plaza de Toros, en una tan valiente como peligrosa carrera que pone los corazones de los espectadores en un puño.

Estos seis mismos toros que han corrido a la mañana son los que matarán en la corrida de la tarde, pero aquí la fiesta, más que en el ruedo, la podemos encontrar en el jolgorio de los tendidos de sol que ocupan los peñistas y algún que otro incauto turista.

ALREDEDOR DE LA PLAZA DEL CASTILLO

El alma de la vida de la ciudad de hoy en día la podemos encontrar en la Plaza del Castillo, entre la Parte Vieja y el Ensanche. Este lugar, apropiado para quedar con alguien y para pasear, está rodeado de cafeterías, y el kiosco del centro es el punto neurálgico de cualquier actividad ciudadana. El nombre le viene del castillo que estuvo aquí en tiempos de Luis el Hutín, y ha ido creciendo entre 1550 y 1931 (hasta 1843 fue plaza de toros). Entre sus construcciones destacan el Café Iruña y el Palacio de Goienetxe.

Si salimos por la calle de San Ignacio, nos daremos de bruces con el Paseo de Sarasate, jalonado de estatuas de reyes españoles y con el Palacio de Justicia, del XIX, y el neoclásico Palacio de Navarra (hoy en día sede del Gobierno de Navarra) en sus dos extremos. Entre las importantes obras de arte de este último, podemos destacar la Sala del Trono, la Capilla y pinturas de Goya y otros renombrados artistas.

Junto a este edificio tenemos el Archivo Real, lugar de cobijo de importantes documentos de la Edad Media, y frente a él el Monumento a los Fueros, coronado por una estatua de bronce que enseña unas cadenas rotas y las leyes forales en ambas manos. Levantado en 1903 por suscripción popular, la visten inscripciones en euskera y castellano además de varias figuras simbólicas.

"LO VIEJO"

Al final de este paseo, a la derecha, volvemos por las calles comerciales de Mercaderes y San Nicolás a la Plaza del Castillo. La iglesia de San Nicolás, construida en 1117, fue varias veces destruida y vuelta a construir a cuenta de las luchas entre los burgos. La torre data del siglo XIV. Enfrente de la iglesia, en el nº 12 nació el famoso violinista Pablo Sarasate.

A su término, a la izquierda, tenemos en la Calle Zapatari un buen conjunto de casonas y edificios civiles adornados por hermosos escudos de armas, por ejemplo el barroco del nº 40, el de la adornada fachada del nº 50, el clásico del Conde de Guendulain del nº53...

Enfrente de este último (hemos tomado a la izquierda en Zapatari), en medio de la Plaza del Consejo y rodeado de interesantes edificios, encontramos la Fuente de Neptuno, de 1788. Si cruzáis esta plaza en diagonal, os encontraréis en la bulliciosa Plaza de San Francisco, entre cuyos edificios destaca la fachada modernista de la Biblioteca de Navarra.

Si también atravesáis ésta, os toparéis con la gótica Cámara de Comptos en la calle Ansoleaga, antiguo Palacio de Otazu, Juzgado de Cuentas del Reino de Navarra y actual sede de la Asociación Príncipe de Viana. Cerca de aquí, en la iglesia de San Lorenzo, se encuentran la capilla y la imagen de San Fermín.
En la Calle Mayor, paralela a Ansoleaga, podemos destacar los siguientes palacios: Del Condestable (nº 2, sede del obispado en los siglos XVII-XVIII), Redín Cruzat (nº 31, inscripción en memoria de Martín Redín, virrey de Sicilia y Gobernador de Galicia), y Ezpeleta (barroco y muy adornado, en el nº 65).

Al final de esta calle y en la plaza del mismo nombre, tenemos el Convento de las Recoletas, y a la derecha de la calle Recoletas la Plaza Virgen de la O. Esta virgen de curioso nombre (no es un error ortográfico) se encuentra junto a las murallas, en un lugar de buenas vistas sobre el río Arga.

Aunque está conectada por un pequeño puente al Parque de la Taconera, nosotros, de momento, no vamos a dejar la Parte Vieja y, de esta manera, hacia la derecha por la calle Andia, nos adentraremos en las típicas calles de antiguas casas Descalzos y Jarauta. El Convento de las Carmelitas, del s. XVII, también se encuentra aquí.

Por una calle u otra, podemos salir por Santo Domingo, de cuyos vallados salen los encierros en fiestas y que guarda en su seno el Museo de Navarra, situado en el edificio del antiguo Hospital de la Misericordia (1566). Dentro se nos enseña la evolución de la vida y el arte desde los orígenes humanos de Navarra hasta hoy en día. Abierto de martes a sábado de 10 a 14 y de 17 a 19 horas; domingos y festivos de 11 a 14. Entrada para mayores 1,8 € para niños gratis y, en caso de formar parte de un grupo, 0,9 €

Si subís la Cuesta de Santo Domingo, pasáis el Hospital Militar y seguís el recorrido del encierro, llegaréis a la Plaza Consistorial, donde enseguida os asaltará una duda: "¿Cómo puede entrar tanta gente el día del chupinazo en una plaza tan pequeña?".

Enfrente tenéis el espectacular Ayuntamiento barroco de 1755-60, construido sobre el anterior del s. XV en tres alturas: bajo dórico (con estatuas representando la prudencia y la justicia), medio jónico (hermosa balconada) y superior corintio. Por último, tenemos el frontón triangular, coronado por una estatua de Hércules.

Siguiendo el recorrido del encierro, llegamos por Mercaderes a la famosa Estafeta, la calle de los toros llena de bares, tiendas y ambiente. Aquí podemos destacar el Palacio de Iturbide. Al final de la calle se encuentra la Plaza de Toros.

Ahora tomamos una de las calles paralelas a Estafeta (San Agustín, Merced) para llegar a la Iruñea más antigua, al barrio de la Navarrería. En la calle del mismo nombre tenemos la famosa fuente neoclásica de Santa Cecilia, desde la que se tiran muchos australianos, americanos y demás en fiestas. Conectada a ésta, tenemos la Plaza de San José, y junto a ella la Catedral de Pamplona.

LA CATEDRAL DE SANTA MARÍA

Situada en la parte más antigua y alta de la ciudad y en el lugar justo donde se hallaba la antigua catedral románica, lo primero que nos enseña este templo es el atrio y fachada neoclásica del siglo XVIII. Si lo que queremos es visitar el interior, debemos seguir las indicaciones a derecha e izquierda.

El precioso interior gótico consta de tres naves, organizadas en planta latina y en las cuales destaca el Retablo Mayor, del s. XVI. La nave central está iluminada por dos rosetones y una hilera de vanos, y en su centro destaca el mausoleo de Carlos III el Noble y su esposa, con estatuas yacientes de ambos coronando la tumba.

Debemos destacar, así mismo, los retablos de las capillas laterales, además de la piedra trabajada del coro y la imagen románica del Sagrario que corona el altar mayor, altar donde se coronaba a los Reyes de Navarra.
Pero, por encima de todo, lo que realmente destaca en esta catedral es su Claustro gótico (1277-1472), uno de los más ricos de la Edad Media europea. En él son numerosísimos los trabajos que habría que destacar: la Puerta Preciosa, la Adoración de los Reyes Magos, el Refrectorio, la Capilla de Jesucristo del s. XII, los mausoleos de Pere Arnaut y Johana de Beunça…

Abierto de lunes a viernes, en verano de 10:30 a 18 horas y en invierno de 10:30 a 13:30 y de 16 a 18 horas; sábados todo el año de 10:30 a 13:30 horas; entrada libre los domingos de 9 a 10:30 y de 18 a 20 horas. Entrada para mayores 2,40 €

LAS MURALLAS Y LOS PARQUES

La ciudad guarda todavía gran parte de las según la leyenda infranqueables murallas defensivas, construidas a lo largo de los siglos XVI y XVII y que constituyen uno de los paseos más agradables que se puedan realizar a través de ella, ya que buena parte de las murallas se han reconvertido en zonas verdes y la misma fortaleza en parque. Por estos detalles y otros muchos, Iruñea se ha convertido en una ciudad muy agradable, jalonada de parques, jardines y zonas verdes.

Si nos situamos entre la Plaza de Toros y el frontón Labrit, a la derecha contemplaremos el parque romántico de la Media Luna, en un meandro del Arga, con sus vistas del río, las huertas y las piscinas, una pista de patinaje y mucho arbolado.

Desde el mismo lugar, enfrente nuestro tenemos el Parque de la Tejería sobre el río, y a la izquierda comienzan las murallas. Sobre éstas, os recomendamos pasear por arriba pero también por los jardines en sus fosos, ya que de una u otra manera el paseo es muy hermoso.

En el extremo nor-oriental de las murallas (junto al meandro del río) tenemos La Vuelta de Aranzadi y las piscinas municipales. Volviendo al centro por el precioso puente de piedra (el Portal Nuevo sobre la carretera) que une el Paseo de Ronda y el Parque de la Taconera, nos adentramos en el corazón verde de Iruñea.

El Parque de la Taconera, de estilo romántico francés, es el más antiguo de la ciudad y cuenta con hermosos paseos con mucha sombra y numerosas estatuas y monumentos, además de una charca donde viven patos y demás animales de agua. Si cruzáis la Avda. de Baiona, os adentraréis en el pequeño Parque de Antoniutti, de forma triangular y situado en los fosos de la Ciudadela.

Para entonces ya nos habremos adentrado en la impresionante zona verde que ocupan el Parque de la Ciudadela, conectado al anterior, y el Parque de la Vuelta del Castillo que rodea a éste. La construcción de la Ciudadela comenzó en 1571 por orden de Felipe II, con planta pentagonal y bastiones en los ángulos, cada uno con su nombre: Santiago, San Antón, Victoria, Reina y Real.

La puerta principal que da a la Parte Vieja es la que se encuentra en la Avenida del Ejército; la otra, de nombre Socorro, es la que da la vuelta al Castillo. A fin de cuentas, esta fortaleza, prisión de más de un personaje célebre, se ha convertido hoy en día en lugar privilegiado de descanso, ya en su interior como en su exterior. En los antiguos fosos, por ejemplo, encontramos hoy entre otras cosas un pequeño y curioso zoo, y en su interior se han acondicionado unos cuantos lugares para exposiciones de arte. Además de todo ello, han vestido el parque con numerosas obras de arte tanto clásicas como modernas, con lo que el disfrute está asegurado. Fijaos, por ejemplo, en un par de pequeñas cabañas realizadas con diversas plantas.

La Vuelta del Castillo es, además, una zona más que apropiada para andar o practicar deporte por sus extensas campas. Por último, conectada con esta última (como veis, aquí todos los parques están unidos), tenemos la Plaza de los Fueros, vestida con árboles autóctonos de las diferentes zonas de Navarra: la Montaña, el Centro y la Ribera.

Territorio:
Altitud:
Población:
Vascoparlantes:
Extensión:
Densidad:
Fiestas:
Nafarroa
347 m.
166.279
%7
24 km2
6.928 hab./km2
San Blas (3 de febrero)
Santa Águeda (5 de febrero)
San Fermín (6-14 de julio)
San Fermín Txikito (25 de septiembre)
San Saturnino (29 de noviembre)

 

 

 

 

Fotos


Plaza del Castillo


La Ciudadela


Parte Vieja de Pamplona

Monumento a los Fueros
Página principalTierra de Estella y cuenca de PamplonaComo llegarQue verVer fotos

Si tienes alguna sugerencia, has encontrado algún error o quieres hacernos llegar una queja: Sareko Argia
ARGIA. Zirkuitu Ibilbidea, 15. pabilioia. 20160 Lasarte-Oria (Gipuzkoa)
Tel: (943) 371545 / Fax: (943) 373403