Comenzamos esta ruta por la misma ciudad que
da nombre al famoso principado, Viana, a la que se le pueden añadir
numerosos adjetivos: defensiva o estratégica (ocupa el extremo
occidental de Nafarroa), histórica (paso obligado del Camino
de Santiago y capital del Principado), monumental (abarca numerosos
templos y monumentos) y, por último, ciudad natal (Navarro
Villoslada) y "mortal" (César Borgia) de importantes
personajes en la historia del Viejo Reino.
Bajando por sus murallas en dirección a Logroño,
giramos a la derecha en dirección a Aguilar de Codés.
En el camino, a 7 km, podréis contemplar las curiosas ruinas
de una iglesia, en realidad un arco apuntado y poco más.
Un poco más tarde, atravesaremos el pequeño pueblo
de Aras.
LOS MONOLITOS GIGANTES
DE KODES
En el km 14 comenzará a aparecernos el majestuoso
Monte Joar, con una preciosa vista de él y sus monolitos
un kilómetro más allá. Según vamos descendiendo
y la vegetación se vuelve más presente, nos aparecerán
de fondo las "casas colgadas" de Aguilar, un conjunto
de casas en línea muy agradable.
Según nos vamos acercando a Kodes, el Joar y sus maravillas
naturales van haciéndose más espectaculares y, ya
en Azuelo (km 23,5), tendremos la primera oportunidad de acceder
a pie a los monolitos. La vista desde allí es sencillamente
increíble.
De todas formas, podemos seguir un kilómetro
y medio, atravesar Torralba a la izquierda, dejar a nuestra derecha
el Santuario de Kodes y la campa-aparcamiento que encontraremos
más allá, y acceder por otro camino a los mismos monolitos
(Km 29,5).
Vayamos por uno u otro sitio, ya os daréis
cuenta cómo al final el esfuerzo queda bien recompensado.
Además, si accedéis por el santuario, tendréis
oportunidad de visitar este templo, que no desmerece para nada el
lugar donde se sitúa.

|
VIANA
Viana ocupa la esquina izquierda del rombo navarro y, a causa de
ello, constituyó en su época una importante plaza
fuerte frente a Castilla y, a la vez, última parada del Camino
de Santiago navarro. Aparte de su interés histórico,
esta villa ha sido ciudad natal de algunos personajes como Navarro
Villoslada y tumba de otros, como César Borgia, uno de los
más importantes actores en la historia del Renacimiento y
que llegó a ser general del ejército navarro.
La ciudad fue fundada por Sancho VII el Fuerte en 1219, con el
fin de reforzar esta zona estratégica. Desde entonces, como
nos sugieren sus numerosos monumentos, palacios y casas solariegas,
ha gozado de una gran importancia histórica. El ejemplo más
claro es la proclamación del Principado de Viana por Carlos
III el Noble en 1423. Después de pasar por manos navarras
primero y castellanas después, la ciudad conocería
un importante desarrollo entre los siglos XVI-XVIII; los principales
monumentos que podemos admirar hoy son de esa época.
LO QUE
HAY QUE VER
Todavía podemos contemplar los restos de las murallas en
torno a la fortaleza, y recomendamos así mismo dar una vuelta
por la parte vieja, construida durante la Edad Media.
La iglesia gótica de Santa María fue levantada durante
los años 1250 y 1329, aunque la torre no le llegó
hasta el XVI, cuando también se labró la impresionante
portada renacentista. Justo delante de ella, una lápida señala
la tumba de César Borgia.
Junto al templo, en la Plaza de los Fueros, tenemos el Ayuntamiento,
en el cual destaca su preciosa fachada barroca, con su monumental
escudo de armas en el centro y dos torres a los lados. El Balcón
de los Toros se llama así porque se construyó con
el fin de que sirviera de palco de honor para ver las corridas.
Por último, como ya hemos mencionado, según paseamos
por la parte vieja, iremos encontrando diversas casas solariegas
de entre los siglos XVI y XVIII con sus correspondientes escudos
heráldicos. Entre ellas podemos destacar los palacios de
Añón y Busto, Ripa, Itxaso y Muskiz-Aldunate. Los
castillos de Dicastillo, Urra y Cereceda son, así mismo,
muy interesantes.
Territorio:
A Iruñea:
Altitud:
Población:
Vascoparlantes:
Extensión:
Densidad:
Fiestas: |
Nafarroa
81 km.
464 m.
3.389
%3
78 km2
43 hab./km2
Magdalenas (22 de julio)
Día de la Virjen (domingo posterior al 8 de septiembre) |
LA SIERRA DE
KODES
En la esquina izquierda de Navarra, la Sierra Cantábrica
oriental guarda en su seno uno de los montes más espectaculares
de Euskal Herria, el Joar que domina toda la región. En su
vertiente sur, además, esta montaña nos ofrece uno
de los parajes más increíbles de toda nuestra tierra,
una serie de monolitos gigantescos que forman una panorámica
incomparable.
Si tenéis oportunidad de llegar a esta zona salvaje de nuestra
geografía a través de alguno de los caminos que más
tarde os explicaremos, os quedaréis realmente asombrados
ante los impresionantes montículos de tonos rojizos. Eso
sí, antes de acercaros a esta maravilla de la naturaleza,
os recomendamos visitar el santuario que se halla bajo el mismo
monte.
EL SANTUARIO DE KODES
Situado bajo esta mágica montaña y pasado el pueblo
de Torralba (ver itinerario), se encuentra este templo que se nos
aparece espectacularmente delante de unos grandes y majestuosos
roquedales. Lo que vemos data de los siglos XVI-XVIII, pero, al
parecer, antes había en su mismo lugar un monasterio hispánico-visigodo
del siglo X.
Tras subir la hermosa escalinata, nos encontramos con su rojiza
fachada monumental, que enseña orgullosa una impresionante
torre. Dentro de su nave única, los techos estrellados nos
ofrecen una estructura de arquería fácil, pero lo
que más sobresale es su retablo mayor, guardado por una verja
barroca de hierro labrado y en cuyo seno se encuentra la imagen
gótica (s. XVI) de la Virgen de Kodes, además de otras
pinturas con motivos bíblicos: el Nacimiento, la Asunción
y la Ascensión.
LOS MONOLITOS DE KODES
Los mas grandes entre ellos toman el nombre de "Las Dos Hermanas
de Kodes" son en realidad cuatro porque según la leyenda
corresponden a dos pequeñas hermanas huérfanas a las
que su cruel madrastra trataba como esclavas. Un día que
las hermanas se fugaron y se escondieron en el bosque, la madrastra
les lanzó una maldición, "¡ojalá
os convirtáis en piedra!", y el día siguiente
aparecieron estas gigantescas rocas.
Para llegar a estas agujas verticales que dan miedo solo de verlas,
tenéis un par de opciones: tomar el sendero que parte del
santuario o desde el pueblo de Azuelo (ver itinerario). El primero
es más corto y más llano, aunque el camino a veces
no es tan claro (han puesto señales montañeras como
ayuda) y en algunos sitios puede que debáis echar mano de
la intuición. De todos modos, de una manera u otra, casi
siempre tendréis a la vista los monolitos, así que
será difícil que os podáis perder.
Si salís del Santuario, debéis tomar un camino que
parte de la izquierda de su fachada, que atraviesa (hacia arriba
y a la izquierda) una campa-aparcamiento donde os recomendamos dejar
el coche y que se dirige en línea recta hacia los monolitos.
Según vais acercándoos a ellos y el sendero se vuelve
más estrecho, veréis cómo se adentra en un
bosquecillo y, aunque la mayoría de veces el camino es fácil
de seguir, en algunos sitios os pueden molestar las zarzas o confundir
alguna de las desviaciones que veréis (seguid las señales).
De todas maneras, con la ayuda de las señales, la intuición,
y teniendo en cuenta que debemos salir del bosque por la parte inferior
de la hilera de monolitos que ya tenemos encima, no es muy difícil
tomar el rumbo adecuado. Por último, cuando ya nos encontremos
bajo la línea de monolitos, toparemos con un camino más
ancho que nos adentrará directamente en el Desfiladero de
los Penitentes. éste es el punto donde empezaréis
a alucinar con lo que estáis viendo: la solitaria roca afilada
que veréis a vuestra izquierda (abajo) y la sobrecogedora
hilera de gigantescas agujas de piedra que os espera a vuestra derecha
(monte arriba).
Si salís de Azuelo, esto es lo que debéis hacer:
después de ascender la Calle Mayor, tomad la calle Genevilla
hacia el noroeste (hacia los monolitos). Este camino pasará
después de unas cuantas curvas al lado de un depósito
de agua. En el cruce, tomad el camino de la derecha que se dirige
hacia los monolitos y, después de una curva grande y doble,
en la siguiente desviación, tomad directamente el sendero
que parte hacia el primero de los monolitos que tenemos enfrente.
Nada más entrar en un encinar, el camino se vuelve más
esquivo, pero lo único que hay que hacer es rodear ese primer
monolito por la derecha y adentrarse en el Desfiladero de los Penitentes.
La hilera izquierda toma el nombre de Arista de los Penitentes,
ya que sus monolitos blanquecinos y más pequeños parece
que forman una procesión de penitentes con capucha.
Toméis una ruta u otra, os recomendamos que os adentréis
lo más posible en este desfiladero, aunque el camino ascendente
sea cada vez más duro, ya que desde la altura podréis
contemplar otra vista espectacular de estas maravillas que tenéis
a vuestros pies. Por último, tened en cuenta que, más
que paseos, estas rutas son excursiones que os pueden llevar media
jornada, con lo que id preparados con calzado apropiado, comida
y bebida.

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