EL SANTUARIO DE ARANTZAZU
Ha pasado largo tiempo desde que en 1469 se le apareciera la Virgen al pastor Rodrigo de Balzategi y que éste le hiciera la famosa pregunta "Arantzan Zu?" ("¿Tú entre las espinas?"), pero en estos cinco largos siglos este lugar rodeado por impresionantes valles no ha dejado de atraer a gentíos cada vez más numerosos.

En este escondido lugar no se alzó primeramente más que una pequeña ermita, pero, desde que los oñatiarras con la ayuda de las gentes de Arrasate construyeran una calzada hasta allí, y viendo que gracias a sus esfuerzos cada vez arribaban mayores muchedumbres, finalmente, también las órdenes religiosas acabaron por centrar su interés en este remoto lugar. De esta manera, fueron los Franciscanos quienes se quedaron finalmente y fundaron un monasterio en 1541, varias veces destruido por el fuego y vuelto a construir, la última de ellas después de las Guerras Carlistas.

Lo que sucedió después fue que esta última reconstrucción del templo y del monasterio se quedó pronto pequeña para reunir a los numerosos grupos de peregrinos y, finalmente en 1951, se optó por no volver a reformarla y construir una basílica completamente nueva.

Los frailes querían un nuevo, bonito y moderno templo para sustituir al anterior, y por ello abrieron un concurso de ideas, cuyo resultado fue el primer templo moderno y "diferente" de Euskal Herria, que dejará boquiabierto a más de uno que no ha oído hablar de él.

Por este mismo motivo, fue objeto de gran polémica en esos años y los trabajos sufrieron diversas interrupciones. De la basílica anterior se respetaron el convento adjunto y la planta latina de la iglesia original.

En su fachada frontal se alzan dos torres cuadradas y en la parte posterior un campanario similar pero más alto. Las tres están cubiertas por miles de piedras labradas con forma de puntas de diamante, que simbolizan el paisaje kárstico y las afiladas puntas de espino de Arantzazu.

En la base de la citada fachada desnuda encontramos a los Apóstoles de Jorge Oteiza, unas impresionantes esculturas huecas que planteó jugando con el hielo que se forma en las rocas. La Piedad superior también es obra suya.

Tras el pórtico casi subterráneo de la iglesia, las que nos dan la bienvenida son las puertas oxidadas a propósito de Eduardo Txillida, que simbolizan la incursión en el mundo subterráneo. Y más sorpresas en el interior del templo, como el retablo mayor de más de 600 m2 de aspecto pétreo pero realizado en madera policromada. En el centro del retablo tenemos la pequeña talla gótica de la Virgen aparecida al pastor, seguramente del siglo XIII pero reformada en el siglo XV y en todo caso realizada en piedra de Creta.

Por último, debemos subrayar entre otros elementos las vidrieras en tonos azules, que ayudan en la iluminación interior, y la cripta espectacularmente decorada de Nestor Basterretxea.

Con todo ello, podemos considerar a este Santuario casi como la mayor obra del arte vasco moderno y que a su vez se amolda de manera inmejorable al hermoso desfiladero en el que se encuentra, como si fuera la propia continuación de la roca.