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La costa de Lapurdi Hendaia-Ziburu-Donibane Lohitzune-Biarritz-Angelu-Baiona


HENDAIA - HENDAYE

Hendaia ha sido desde siempre un importante lugar de paso situado en un entorno privilegiado, con el Bidasoa, la Bahía de Txingudi y en general la Península Ibérica a un lado, y la larga playa, el Parque de Abbadia y el Continente Europeo al otro.

SUCESOS HISTÓRICOS

La aldea de Hendaia entró en la historia allá por el siglo XII, ya que contaba con un hospital para los peregrinos que iban a Santiago. Sus moradores vivían de cara al mar: de la pesca, de sus astilleros y también como corsarios, ya que esta última actividad continuó hasta el XIX, pero sobre todo de la caza de la ballena.

Por otra parte, "gracias" a su posición estratégica, se la ha utilizado muchas veces para atacar a la vecina Hondarribia por parte de sucesivos ejércitos. Así, tras haber conocido muchas guerras, quedó destruida después de la Revolución y la época napoleónica.

El resurgimiento le llegaría a través del desarrollo del turismo a mediados del XIX, y en 1940 su estación de tren fue el lugar de la famosa entrevista entre los dictadores Hitler y Franco. Por último, hoy en día Hendaia es una ciudad volcada en volver a los mejores tiempos del turismo, como toda la costa de Lapurdi.

LA HENDAIA ALTA

Desde el Bidasoa, Hendaia cuenta con dos grandes zonas diferenciadas: la estación de tren y el casco urbano en la parte alta y la Bahía de Txingudi, la Playa y el Parque de Abbadia junto al mar.

Desde el puente sobre el Bidasoa, a nuestra izquierda queda la estación de tren y poco después el centro. Este pequeño casco urbano es el origen y la zona más animada del pueblo, y en su Plaza de la República (un par de calles a la derecha) encontraremos la iglesia de San Vicente: del siglo XVI, ha conocido muchas reformas, de las cuales destaca el interior de estilo laburdino, con nave única y galerías para los hombres. A la derecha de la entrada hay una curiosa pila bautismal, y en el exterior una cruz de piedra que ha sabido mantener el misterio de sus símbolos.

En el balcón sobre el Bidasoa que forma la Rue des Pécheurs, nos encontramos con Baker Etxea, casa del escritor Pierre Loti, y a continuación podemos empezar a bajar, en un maravilloso paseo sobre el río; primero a través de un balcón natural desde el cual podremos contemplar el río y la bahía, y más tarde desde la propia bahía, siempre sin que el conjunto pierda nada de su belleza.

LA BAHÍA DE TXINGUDI

Txingudi constituye uno de los humedales más importantes de Euskal Herria y de todo el Cantábrico. Muchas especies de aves (halcones, gaviotas, tórtolas) eligen esta bahía para pasar el invierno, y otras (grullas, golondrinas, águilas) la utilizan como vía de paso, convirtiendo todo ello a Txingudi en un verdadero paraíso ornitológico. Lo dicho, un impresionante paseo sobre el agua con la hermosa Hondarribia de fondo.

Por desgracia, y como en sus alrededores vive cada vez más gente que por encima de la ecología pone sus intereses turísticos (no hay más que ver el puerto deportivo nuevo), la supervivencia de este importante ecosistema sigue sin estar garantizada.

LA PLAYA DE ONDARRAITZ

La de Hendaia es la playa de arena fina más larga de Euskal Herria con sus tres kilómetros, además de una de las más bonitas, ya que desde ella podemos contemplar a un lado Hondarribia y al otro la Punta de Santa Ana y las espectaculares "Dunbak". Además, en medio de la playa encontraremos el antiguo casino neo-arabesco.

EL PARQUE NATURAL DE ABBADIA

Antonie Abbadia (1810-1897) fue un aventurero, científico y euskaltzale (el lema "Zazpiak Bat" es suyo) hendayés pero nacido en Dublín, de padre vasco y madre irlandesa. Fue él quien organizó las primeras Fiestas Vascas en Urruña allá por 1853 y las sucesivas en otros puntos del país, para más tarde ir a explorar e investigar diversos territorios por todo el mundo; finalmente, el castillo que lleva su nombre también fue encargado por él.

El propio castillo es un trabajo neogótico basado en los palacios-fortalezas, los castillos del Loira y los palacios ingleses, y hoy en día se ha convertido en un observatorio astronómico. Se encuentra en medio del parque del mismo nombre, entre la playa de Hendaia y la pequeña bahía de Loia, y en uno de sus extremos encontramos la Punta de Santa Ana y las citadas "Dunbak" o "Bi Bikiak". Realmente, merece la pena venir paseando hasta este punto, porque las vistas sobre el océano aquí son extraordinarias y porque junto a nosotros encontraremos estas dos grandes rocas sobre el mar que marcan el fin de los Pirineos y el retroceso de la costa.

Según dice la leyenda, estas rocas son obra de los míticos Gentiles que, ayudados con una honda, las lanzaron hasta aquí; sin querer, ya que su objetivo era la catedral de Baiona, pero, al parecer, una traicionera boñiga hizo que el Gentil perdiera el equilibrio y las rocas (de nombre "Dunba Zabala" y "Dunba Luzie") llegaron hasta Hendaia. Hay más versiones de la historia, que dicen que el Jaungorri pirenaico, enfadado por el hambre que pasaba, las lanzó desde la Peñas de Aia, que marcan la tumba de los Gentiles…

A la derecha de Santa Ana tenemos la pequeña bahía de Loia, en cuyo interior encontraremos una playita o cala bastante salvaje. El parque se encuentra abierto todos los días de 15 a 18, y en julio y agosto de 10 a 13 y de 15 a 19 horas.

Territorio:
A Baiona:
Altitud:
Población:
Vascoparlantes:
Extensión:
Densidad:
Fiestas:
Lapurdi
39 km.
25 m.
12.966
sin datos
8 km2
1.621 hab./km2
Fiestas del mar
Fiesta del Chipirón (mediados de julio)
Semana Vasca (8 de agosto).

 

 

 

 

 

DONIBANE LOHITZUNE - SAN JUAN DE LUZ

Este es uno de los pueblos más coloristas, animados y bonitos de toda la costa lapurtarra, más aún si le sumamos Sokoa y Ziburu, que junto con él forman la bahía junto a la cual el río Urdazuri vierte sus aguas al mar.

HACIENDO HISTORIA

San Juan de Luz fue antes que nada hospital para peregrinos durante la Edad Media, y, partiendo de esa base, fue adquiriendo cada vez más importancia. Ya para el siglo XV era un importante puerto dedicado al bacalao de Terranova. Y no es de extrañar, ya que tanto desde el principio dedicado a la pesca del bacalao y la ballena como más tarde cuando sus marineros se convirtieron en corsariosla historia de este pueblo ha tenido siempre una relación especial con el mar. Eran tiempos de gran comercio marítimo, y gentes como Haraneder, Xiban y Etxepare grandes corsarios todos ellos hicieron que a esta parte de la costa vasca se la conociera como "Nido de Víboras" por parte de los ingleses, que controlaban gran parte de Lapurdi.

Por otra parte, Donibane ha tenido que sufrir a lo largo de su historia muchos ataques tanto de tropas navarras como españolas, y, por ejemplo, del incendio provocado por estos últimos en 1558, sólo pudo salvarse la casa Ezkerraenea.

El XVII será el siglo de oro de San Juan de Luz, y en 1660 se producirá el acontecimiento que marcará para siempre a la ciudad: la boda entre el futuro "Rey Sol" Louis XIV y la infanta española María Teresa de Austria.

Por otra parte, el mar también ha supuesto una fuente de desgracias para la ciudad, ya que más de una vez las grandes olas han acabado con más de media población. Así, no fue hasta el XVIII cuando se llevaron a cabo las obras necesarias para mantener muchas de las actuales casas en pie.

LO QUE HAY QUE VER

El lugar de partida mejor situado para dar una vuelta por Donibane es su oficina de turismo, a la izquierda según llegamos de Ziburu. El conjunto formado por el puerto de pescadores a nuestros pies y el pueblo de Ziburu de fondo es simplemente incomparable.

Una calle más allá encontraremos la animada plaza Louis XIV con su imponente quiosco en el centro. El nombre le viene a la plaza porque el futuro rey eligió el Palacio Mokoenia para hospedarse durante los preparativos de la famosa boda. Este palacio puede ser visitado en verano todos los días tanto de mañana como de tarde (entrada para adultos 3,75 €). A su lado tenemos el Ayuntamiento, de 1635, cuyo patio sirvió así mismo como lugar de ejecución en tiempos de la guillotina.

A la derecha de la plaza veremos cómo parte la animada, comercial y peatonal Rue Gambetta, una zona propicia para comprar un recuerdo de nuestro paso por aquí. La Iglesia de Saint Jean Baptiste queda aproximadamente a mitad de calle. Primeramente románica y luego convertida en gótica, fue ampliada en 1649, y nos muestra un bello interior en el que destacan las galerías masculinas, el retablo barroco y el techo de madera tallada. Fue aquí donde se celebró la célebre boda, y, si os fijáis, a la derecha de la entrada principal veréis el hueco de pared (hoy tapiado) que sirvió como puerta para la celebración. Por último, en la sacristía hay varios obsequios dejados personalmente por el rey.

En torno a Gambetta hay una serie de calles perpendiculares o paralelas, todas típicas y animadas, que merecen un paseo: Garat, Etchegaray, Rue du Midi… Por ejemplo, y volviendo a la plaza, a nuestra derecha tenemos la pequeña Rue de la République, en la que entre restaurantes encontraremos la antes citada Casa Ezkerraenea, única superviviente del incendio de 1558.

En este punto, os proponemos cruzar la plaza y empezar a rodear el puerto pesquero desde el Muelle de la Infanta. Aquí mismo encontraréis la casa Haraneder o Joanoenia, también llamada "Casa de la Infanta" porque es donde se hospedó María Teresa antes de casarse.

El Museo Grevin queda justo detrás de este edificio, en la calle Mazarin. En él se encuentra el espectacular Museo de Cera, lugar de reunión de tantos personajes y acontecimientos de la historia local, entre otros, cómo no, la boda real. Abierto de abril a octubre, de 10 y 12 y 14 a 18:30 (julio y agosto hasta las 20 horas); fines de semana y vacaciones escolares de 14 a 18 horas. El resto del año los grupos pueden reservar hora. La entrada cuesta 5,25 € por adulto y 2,60 € por niño.

En el nº 2 de la calle tenemos la casa Granga Baïta, donde el general Wellington estableció su cuartel mayor, pero en general toda la calle guarda interesantes edificios de los siglos XVII y XVIII.

Si lo que queremos es divisar la bahía entera y el fuerte de Sokoa, podemos retroceder al muelle y dirigirnos al faro. Aquí comienza una playa tan larga como bella, y también el dique de contención, que le da personalidad a la anterior; no es muy corriente encontrar algo así, pero, gracias a esta barrera, Donibane puede hacer frente a los envites del mar. Fijaros en los curiosos puentes-pasillos para acceder a los portales.

A mitad de camino del agradable paseo-sobre-dique, llegaremos al casino, construido en 1928 en el estilo vanguardista de la época el arts deco nouveau con la idea de un barco encallado en la arena. Por último, si seguimos hasta el final de la playa, nos encontraremos con el cabo Santa Barbara y el agradable espacio natural que lo rodea.

Territorio:
A Baiona:
Altitud:
Población:
Vascoparlantes:
Extensión:
Densidad:
Fiestas:
Lapurdi
23 km.
6 m.
13.632
sin datos
19 km2
703 hab./km2
Maskaradak (Carnavales)
San Juan (24 de junio)

 

 

 



SOKOA

El mayor atractivo de esta aldea marinera es su fuerte construido por orden de Enrique IV con el fin de atacar a los españoles y proteger la bahía de San Juan. Por otra parte, un paseo a su alrededor y por el pueblecito tampoco es nada despreciable.

ZIBURU

Desde que se independizó de Urruña en el s. XVII, siempre ha querido anexionarse con Donibane Lohitzune, pero nunca lo ha conseguido, ya que entre estos dos pueblos se mantiene una rivalidad desde tiempos inmemoriales. El asunto es que desde Donibane se tenía a Ziburu por un pueblo de categoría inferior, y era aquí donde buscaban refugio sus propios marginados.

Entre tanto, Ziburu se dedicaba al mar, y, como con el tiempo el transporte marítimo de su puerto fue rivalizando cada vez más con el de San Juan, fueron nada menos que Lancre y Espaignet los encargados de arreglar esas desavenencias, quemando a 500 personas bajo la acusación o pretexto de brujería.

Junto al puente que une ambas poblaciones, tenemos el Convento de los Retirados, uno de los primeros en utilizar la lengua vasca en sus misas, cantos y catecismos. Junto a él podemos pasear por el Muelle de Ravel, cuyo nombre procede de la casa nº 12, la natal del famoso compositor Maurice Ravel. La reconoceréis rápidamente, ya que es la única de estilo flamenco entre las coloristas fachadas lapurtarras.

En la calle posterior encontramos la iglesia de Saint Vincent, de los siglos XVI-XVIII, con su campanario en forma de pagoda y un interior muy bonito. Por último, merece la pena andar un poco entre las típicas callejuelas irregulares del centro mientras os vais fijando en los curiosos dinteles.

BIARRITZ

Biarritz es sin duda, junto con Donostia, la ciudad más bella de Euskal Herria y, por supuesto, el centro turístico más importante de Iparralde. Este maravilloso litoral salpicado por espectaculares rocas fue capaz de atraer a toda la realeza europea, y detrás de ella a una elite adinerada que vivió su época dorada en tiempos de la Belle Époque.

Y, por si no fuera suficiente con el increíble entorno del que la naturaleza la ha dotado, hoy en día tenemos además la ocasión de admirar toda la colección de elegantes mansiones de lujo que esos primeros turistas fueron levantando. Biarritz es la joya de Iparralde, y, aunque pueda parecer una ciudad bastante cara, pasear por ella es un placer que no tiene precio y que sale gratis.

HISTORIA

Al parecer poblada desde la prehistoria, su historia comienza oficialmente junto con la caza de la ballena a manos de los marineros que vivían en el Puerto Viejo. Con el tiempo, las ballenas fueron escaseando y con ello esta primitiva aldea entró en una grave crisis, cuyo resultado fue que algunos marineros se dedicaran a la pesca en Terranova y otros se convirtieran en corsarios.

El turismo comenzó a llegar en el s. XVIII con la apertura del balneario, y vivió su momento álgido cuando Napoleón III decidió trasladar su corte de verano hasta sus costas. Muchas cortes europeas y personas influyentes seguirían sus pasos, y, más tarde, durante la locura de la Belle Époque, sería el turno de otro tipo de turismo adinerado. Por tanto, no es de extrañar que la mayoría de edificios que convierten a Biarritz en un ejemplo de belleza y elegancia sean de estas dos épocas.

Hoy en día, el turismo que le llega es más masivo, sobre todo en verano, pero no creáis que por eso la ciudad ha perdido nada de su glamour.

DESDE EL CENTRO HASTA LA COSTA DE LOS VASCOS

El centro de Biarritz lo podemos establecer en la Plaza Clemenceau, ya que por aquí y sus alrededores pasan las principales vías y encontraréis la mayoría de servicios oficiales.

De momento, no nos dirigiremos al mar, sino que, cogiendo la Av. Verdun (junto a los taxis) hacia la izquierda y cerca de donde se encuentra la ajardinada oficina de turismo, visitaremos el curioso Museo del Chocolate. A la Pl. Clemenceau podemos volver por la Av. Edouard VII, donde encontraremos el Ayuntamiento y una comisaría.
Cruzando la plaza hacia la izquierda, nos podemos adentrar en la calle Broquedis, donde nos espera el Museo Histórico de Biarritz, con utensilios que nos explican cómo era la Biarritz preturística. Abierto todos los días (excepto lunes y domingos) de 10 a 12 y de 14:30 a 18 horas.

Desde esta misma calle llegaremos a Gambetta, donde volveremos a encontrarnos con interesantes edificios como el Grand Hôtel y con una de las curiosidades de la ciudad: un gigantesco y alucinante mural que veréis (pero no os daréis cuenta) detrás de una rotonda. Alucinante porque, si os acercáis, veréis que no se trata de un paisaje real, sino pintado. De tan real que parece, quedaréis impresionados. Junto a todo ello queda la surfera Plage Côte des Basques, y comenzaréis a apreciar el mar desde unos bonitos jardines.

EL PUERTO VIEJO Y LA ROCA DE LA VIRJEN

El extremo de tierra que se adentra en el mar y que protege el Puerto Viejo (Port Vieux) es, a su vez, uno de los mayores miradores de la ciudad. Desde aquí sobre todo desde el lado que da a la Gran Playa podréis empezar a apreciar las espectaculares rocas (algunas libres y otras conectadas a tierra firme pero cada cual más hermosa) que jalonan esta parte de la costa.

Port Vieux, la pequeña y tranquila playa que tenéis delante, era antiguamente un pequeño puerto al que solían traer las ballenas para despedazarlas, y de ella parte hacia el centro una calle del mismo nombre, donde se ubican bastantes de los hoteles y restaurantes de la ciudad.

Si seguimos el paseo que hemos iniciado sobre el mar, encontraremos delante del monumento a los caídos en las guerras mundiales el famoso Museo del Mar, sin duda el más interesante de la ciudad. Este moderno museo nos acerca al mundo del mar de manera agradable a través de la relación de los vascos con el mar, y para ello nos enseña una buena cantidad de animales marinos y utensilios de pesca, además de preparar salas especiales dedicadas a la geología, etnografía o meteorología marina. Pero lo más espectacular de un museo así (sobre todo para los más pequeños) no dejan de ser los grandes acuarios, con cetáceos, tiburones, focas y demás especies. El museo abre todos los días de 9:30 a 12:30 y de 14 a 18 horas, sin interrupción en fines de semana y festivos y hasta medianoche en verano. La entrada para adultos cuesta 7 €.

En el extremo de toda esta entrada terrenal en el mar encontramos la maravilla del la Roche de la Vierge, conectada a tierra firme por un puente de hierro que data de 1881 (antes había uno de madera). Todo este largo roquedal vive bajo la protección de una blanca Virgen María, la misma que según la leyenda salvó la vida a unos infortunados marineros, que luego decidieron levantarle una estatua. Al final, con solo el océano delante, sentiréis la fuerza de las aguas bajo vuestros pies.

EL PUERTO DE LOS PESCADORES Y LA ROCA BASTA

Si seguimos el paseo litoral, sentiremos que la vista de las rocas sobre el mar se vuelve más y más espectacular, sobre todo si subimos a la Atalaya (en principio un faro del s. XVIII) que tenemos más adelante. En este punto podemos pasear por entre los senderos ajardinados, uno de los cuales nos conducirá al Port de Pêcheurs, que, gracias a que sus casitas blancas no tienen nada que ver con las grandes mansiones de alrededor, ha sabido guardar un aura especial. Eso sí, la mayoría de esas casitas de pescadores son hoy en día tiendas o restaurantes para turistas.

Pasando bajo la espectacular iglesia neogótica que tenemos un poco más adelante, llegamos a la Roca Basta, accesible desde tierra como la de la Virgen por un curioso puente, construido con piedras erosionadas por el mar, lo que le da un encanto especial. Cruzadlo, y a cualquier lado que oséis mirar contemplaréis una magnífica vista: la Gran Playa, las rocas sobre el mar, la Roca de la Virgen, el océano infinito, las modernas construcciones, el faro al norte Impresionante.

LA GRAN PLAYA

La Grand Plage de Biarritz es considerada, junto con la Concha, una de las más bellas de nuestra costa, tanto por todo lo contado anteriormente como por los elegantes edificios que la flanquean. Considerada desde siempre una playa bastante tranquila, familiar y aristocrática, los últimos años ha sido tomada también por los surfistas. Como curiosidad, hay que decir que a partir del Hôtel Palais la playa toma el nombre de Miramar.

Nada más comenzar nuestro recorrido por la arena, veremos a nuestra derecha el casino Bellevue, a la espera de que vuelva la época dorada del juego. Si en vez de jugar nos apetece comprar algo, la calle Mazagran (entrando un poco en la ciudad), comercial y peatonal, es el sitio indicado. Si optamos por seguir el paseo playero, veremos juntos el casino municipal y las piscinas, y por último, como final de la Grande Plage, el maravilloso Hôtel du Palais con sus jardines.

DEL HOTEL PALAIS AL FARO

Construido con el nombre de Villa Eugenia por Eugenia de Montijo, el Palais fue finalizado en 1855, pero después del incendio de 1903 fue ampliado y convertido en hotel, de lujo, por supuesto. Es por todo ello, y a pesar de la variada competencia, seguramente el edificio más hermoso de la ciudad, y sus tonos rojiblancos le dan todavía un aire más espectacular si cabe.

Volvemos a introducirnos en la ciudad, ya que a lo largo de la Av. Reina Victoria podemos encontrar la capilla imperial neobizantina de Guadalupe, de 1864, un poco a su izquierda una sinagoga judía y, volviendo al Hôtel, una espectacular iglesia ortodoxa rusa con su cúpula azul. Pasado el Hôtel Palais, en los jardines de la playa tenemos una estatua, entre otras, de la emperatriz, pero más que seguir por la arena optaremos por tomar la Avenida de la Emperatriz, ya que a sus lados podremos contemplar casas y palacios como para quitar el hipo. Por citar una, fijaros en el espectacular edificio amarillento con forma de castillo a lo Disney.

Por último, después de haber subido toda la calle, llegaréis al Faro del Cabo San Martín, última parada de nuestra visita a Biarritz (si seguís, entraréis en Angelu). Desde aquí, por supuesto, la vista es realmente bella, pero, si además tenéis la oportunidad de subir las 248 escaleras de este faro de 44 metros de altura construido en 1844, el paisaje se vuelve maravilloso. Abierto en verano de 10 a 12 y de 15 a 19 horas, y de 14 a 17:30 en vacaciones escolares. La entrada cuesta 1,5 €.

A sus pies encontraréis un curioso reloj de sol cuya aguja la forma nuestro propio cuerpo, y, además, a través de un sendero y unas escaleras, tendréis la ocasión de bajar a una cueva sobre el mar (cuidado con las mareas y la mar picada). Al otro lado del faro, ya en territorio de Angelu, tenemos la playa de Chambre d´Amour.

Territorio:
A Baiona:
Altitud:
Población:
Vascoparlantes:
Extensión:
Densidad:
Fiestas:
Lapurdi
8 km.
5m.
30.789
sin datos
12 km2
2.566 hab./km2
7-14 de noviembre

 

 

 

 

BAIONA - BAYONNE

La capital de Lapurdi ha sido y es así mismo el centro administrativo, religioso y económico de todo Iparralde y parte de Las Landas, como pone de manifiesto su nombre, desde siempre objeto de polémica entre la interpretación vasca (Ibai Ona = Baiona) y landesa (Bahía + On (grande) = Bayonne).

HISTORIA

Situada en la confluencia entre los ríos Aturri y Errobi y poblada desde tiempos de los romanos, la ciudad es resultado de haber conseguido secar sus marismas y robarle terreno al mar. Los primeros romanos situaron su campamento en la parte alta de la ciudad, y ya para el siglo III la antigua Lapurdum se había convertido en una importante fortaleza, de la que surgiría la ciudad, gracias a la inmigración de campesinos que veían su seguridad amenazada.

Los siguientes siglos fueron de invasiones germánicas, vikingas (en el 844) y normandas, hasta que en el 982 el Duque de Vasconia consiguió echar a todos. Aun así, sufrió la ocupación inglesa entre los siglos XII y XV, lo cual no le privó de ensancharse del originario núcleo romano hacia orillas del Aturri. En esos tiempos, Richard I "Corazón de León", Duque de Aquitania y Rey de Inglaterra, aceptó el Fuero de Baiona, favoreciendo de esta manera a la burguesía y perjudicando a la nobleza, cuya revuelta sofocó y mandó al "exilio" a Uztaritze, capital de Lapurdi desde entonces hasta la Revolución Francesa.

Baiona fue convirtiéndose en una importante vía de paso entre la península e Inglaterra, y, gracias a los adelantos técnicos que en ella se daban, fue el lugar donde se construyeron los primeros navíos para alta mar.
Con la conquista de Francia en el siglo XVI le sobreviene la crisis económica, ya que la desembocadura del Aturri se enfanga y no queda más remedio que desviar el río y situar su desembocadura en Angelu, algo que consigue el ingeniero Louis de Foix. Un siglo más tarde se convierte en centro diplomático y militar, pero a su vez esto reporta pocos beneficios al comercio. De esos años datan el Castillo Nuevo, la Ciudadela y el reforzamiento del Castillo Viejo. En 1659, con la Paz de los Pirineos, le sobreviene otro periodo de prosperidad; gracias a la pesca del bacalao en Terranova y el comercio con las colonias francesas, la burguesía se dedica a embellecer la ciudad. En cambio, con la revolución de 1789 pierde su fuero y sus derechos portuarios, a la vez que sus murallas romanas son adecuadas a las nuevas armas.

A finales del s. XIX, con el surgimiento de las Ferrerías del Adour, la ciudad resurge una vez más, después de haber pasado unas difíciles décadas posnapoleónicas. Ya en el s. XX, no sufrió pérdidas importantes durante la 1ª Guerra Mundial, pero en la Segunda estuvo en manos de los alemanes hasta 1944.

LA GRAN BAIONA

Protegida entre murallas (algunas de tres metros de ancho), los antiguos romanos eligieron el punto más alto de la ciudad para su campamento, en lo que hoy ocupa la catedral. De todos modos, lo primero que encontraremos en el centro viniendo de Angelu será el Aturri a nuestra izquierda y el Ayuntamiento con el jardín público, de estilo francés clásico, de fondo. Aquí mismo se encuentra un quiosco de la época de la Belle Époque, junto a la oficina de turismo.

Como ha quedado dicho, más adelante tenemos el Ayuntamiento o el Teatro en la Plaza de la Libertad (lugar de guillotinaje durante la Revolución). De aquí parten varias calles comerciales, como la típica Port Neuf con sus numerosas tiendas, la más elegante Víctor Hugo engalanada con balcones forjados de los siglos XVII-XIX, o la Rue de Saliers, una de las más animadas con sus casas medievales de madera y ladrillo. En el punto donde se cruzan Víctor Hugo, Salies, Orbe y Port de Castets, antiguamente funcionaba una "bolsa de comercio abierta", justo en el centro de la zona peatonal.

LA CATEDRAL DE NOTRE DAME

La mayor obra maestra del gótico en Euskal Herria domina toda la ciudad, situada como está en el punto más alto de Baiona. Construida entre los siglos XIII y XVI en estilo gótico flamígero, parece ser que se levantó sobre un edificio romano y una iglesia románica.
A lo largo de su historia ha sufrido muchas pérdidas, sobre todo a manos del fuego, pero el paso de la Revolución también se dejó sentir aquí. Fijáos si no en los vacíos tímpanos. Por otra parte, las largas agujas que apuntan al cielo son de 1877. Tiene planta de cruz latina y cuenta con tres naves. El coro y el ábside corresponden al primer periodo del siglo XIII, y en la nave mayor podréis admirar sobre todo los arcos ojivales (de hasta 27 metros) del s. XIV y las vidrieras góticas con motivos del Génesis y los Evangelios.

De todas formas, la parte más espectacular de la Catedral se encuentra en la entrada gótica de la sacristía, con sus personajes evangélicos tallados con mimo. Por el lado norte debemos también destacar sus impresionantes arbotantes. El claustro (se entra por fuera), por otra parte, se encuentra sobre un antiguo cementerio y es de estilo flamígero. Horas de visita a la Catedral: 7:30 a 12 y 15 a 19 horas, los domingos de 15:30 a 18:30. La entrada es gratis, excepto el claustro, que cuesta 2,25 € por adulto.

Las calles que circundan al templo son de las más hermosas de la ciudad, con casas tan bonitas como estrechas a lo largo de todavía más estrechas calles coloridas y animadas: Rue de Faures, de Luc, d´Espagne…

EL CASTILLO VIEJO Y LAS MURALLAS

Al Château Vieux y sus cuatro gigantescas torres los encontramos en la esquina de las calles Gouverneurs-Thiers y 11 de Noviembre. No puede visitarse, pero, en cambio, donde antes se encontraba el foso, hoy encontramos unos agradables jardines; entre otros, un pequeño jardín botánico de estilo japonés, abierto de 15 a 18 horas (y domingos por la mañana) de abril a octubre.

Siguiendo por la calle 11 de Noviembre (gran monumento a los caídos) y subiendo el Bv. Lachepaillet, podremos contemplar las estrechas y alineadas casas tipo muralla que rodean las calles Lachepaillet, Rempart y Tour de Soult. En este agradable paseo por las murallas llegaremos al río Urrobi.

LA PEQUEÑA BAIONA

Baiona Ttipia o Petit Bayonne se encuentra entre los ríos Errobi y Aturri y las murallas, en un sitio estratégico que en principio ocupaba un fortaleza, justamente donde hoy tenemos la Plaza Reduit con su estatua del Cardenal Lavegerie. En esta orilla del Errobi estaban antiguamente los muelles para la carga y descarga del comercio entre Baiona y Kanbo: Agustin Xaho (hoy mercado), Galuperie (pórticos preparados para cobijar mercados, bajo coloridas y hermosas casas) y el Muelle de los Corsarios, donde se ubica el recién reabierto (llevaba años y años de reformas) Museo Vasco con una extensa exposición sobre nuestra historia, cultura y forma de vida.

Baiona Ttipia constituye la parte más animada de la ciudad; para darse cuenta de ello, no hay más que pasearse por las calles Cordeliers, Pannecau o Galuperie. Todas confluyen en la Plaza St. André, al lado del cual se encuentra el Castillo Nuevo, con sus torres redondeadas y muros de hasta tres metros de ancho.

En la calle Laffitte tenemos el Museo Bonnat, llamado así en homenaje al pintor bayonés León Bonnat. Además de sus pinturas y retratos, podéis admirar trabajos de todas las épocas: Rubens, El Greco, Murillo, Goya… Horario de 10 a 12:30 y de 14 a 18 excepto martes y festivos.

BARRIO DE SAINT ESPRIT

Al otro lado del Aturri tenemos la iglesia del mismo nombre, construida desproporcionadamente en el s. XV, una sinagoga judía y más arriba la Ciudadela (no se puede visitar) con forma de estrella, que domina el barrio.

Territorio:
Altitud:
Población:
Vascoparlantes:
Extensión:
Densidad:
Fiestas:
Lapurdi
5m.
41.778
sin datos
26 km2
1.607 hab./km2
Fiestas patronales(1a semana de agosto)
Feria del jamón (principios de abril)
Festival de jazz (mediados de julio)
Festival de teatro (octubre)

 

 

 

 

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